sábado, 11 de septiembre de 2010

Intimidad(a)


Este sábado 11 de septiembre fue el último de los tres días de un curso de actualización en Método Feldenkrais, dictado por un maravilloso maestro brasilero, al que asistí por cosas del destino. Estuve rodeada de terapeutas ocupacionales, kinesiólogas, danzarinas y una arquitecta, con los que compartí este espacio y tiempo. Y, aparte de corroborar mi tendencia al aislamiento (los "ataques antisociales" como les llamaba hace algunos años), constaté con mayor claridad mi temor a la intimidad. Claramente mis circunstancias familiares influyeron en mi modo de vincularme con el mundo. Y es tremendo darse cuenta lo fuerte que es el modelo de sociedad que puede entregarte la familia en la que naces. Por suerte, trato siempre de exponerme a situaciones sociales, aunque mi inclinación "natural" sea quedarme en mi casa, pero no es fácil... El problema no se me presenta en el ámbito laboral. Allí me manejo bastante bien. El temor a la intimidad es algo que me sucede en las relaciones humanas que podría llamar "no-instrumentales", ésas que involucran afectos, que te llevan a desnudar tu alma, aquellas en las que la relación humana respira en tu oreja. Por supuesto que logro vincularme, pero después de un gran esfuerzo personal por superar el miedo y mostrar mi alma, lo que no ha estado exento de desilusiones y traiciones a la confianza... Por suerte, esas tristezas no son mayoría, puesto que siempre aparecen personas maravillosas en mi vida, que me muestran otras perspectivas, me regalan su amistad y me hacen una mejor persona. Este 11 de septiembre fue un día de epifanías personales que me han hecho mucho sentido, y que creo me ayudarán en mi camino hacia vínculos humanos libres y más profundos.